sábado, 8 de marzo de 2008

Don Manuel

Una joven y su madre, pegadas a los cristales de las puertas, intentan no perderse ni un detalle de lo que sucede en el salon.


- Don Manuel, vengo a pedirle la mano de su hija...
- Disculpame un momento, hijo.

Don Manuel se levanta lentamente, abre las puertas, no dice nada a las mujeres, solo una mirada de reproche.
Se dirige a su habitacion, abre un cajon, extrae un revolver y un puñado de balas.
Mete todo en un bolsillo y regresa al salon, sin dignar una mirada a las mujeres que estan pegadas a la pared. Cierra las puertas y se sienta.
- Perdona la interrupcion hijo, que me estabas diciendo?
- Ejem, pues... esto... Don Manuel, he venido a pedirle...
- Ah, ya recuerdo, si, si!

Mete la mano en el bolsillo, saca el revolver y las balas. Abre el tambor y con una bala en su mano dice:

- Lo ves esto?
- Si deshonras a mi hija, una es para ti...

Don Manuel, introduce una bala en el tambor y despues otra mas y otra y otra sin dejar de enunciar los destinatarios:

- y esta para tu hermana, y esta para tu padre y esta otra para tu madre y esta para mi esposa y esta otra para mi hija...
- Y esta para mi!!!!!!!

Don Manuel, con la ultima bala entre sus dedos ve el joven que con un respetuoso saludo se levanta y sale corriendo.

Cuando mi abuelo me explico esto, me dio el revolver.. y balas... incluso me dejo cargarlo como habia hecho el...

- Una cosa, yayo, aqui dentro caben solo seis balas... y tu has repartido disparos para siete.
- Hija, tienes razon, pero la numero siete era para mi, no pensaras que iba a matarme, no soy tonto!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy astuto!

Lindeiros dijo...

Decididamente esto de vivir en Italia...marca

Anónimo dijo...

Je... Qué anécdotas tiernas y viscerales. Esos son los abuelos que necesitamos para sacar genio y ternura. Adoraba a mis abuelos paternos, me enseñaron mucho...los eché de menos mucho tiempo y los recuerdo con un profuundo cariño. Son parte ineludible de mi infancia, fueron, casi, mi infancia. Mamá, entonces, estaba triste y ocupada con su propia spervivencia. Tal vez por eso jamás me tomó en sus brazos y me besó. Y esperé ese beso toda la infancia, y no llegó...
Gracias por los relatos, me he reído y me he enternecido.
Nadie